La alegría y la ligereza son companeras inseparables. No se puede tomar una actitud alegre y al mismo tiempo sentir el peso de la crítica, de la envidia, de la sospecha, de los celos, en fin de todo lo negativo que hace pesado la vida.
La alegría invita a la risa y esta es buena para el corazón, para el aparato digestivo, el fortalecimiento de los músculos y para activar todas las funciones de creatividad del cerebro.
Muchas veces pasamos por situaciones complicadas en nuestro interior que solo nosotros conocemos , si no nos sentimos bien y no hacemos nada al respecto no tenemos derecho de quejarnos o sentirnos mal.
Hay que ser valientes y enfrentar las situaciones , no forzar las cosas, pero sí poner nuestra parte y apostar al cambio , porque al final si no hay garantías de hasta cuando estaremos aquí hay que hacer todo lo que esté a todo consiste en que seamos felices.
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